La dupla de Marcelo Lacerna y Ernesto “El Flaco” Suárez vuelve al Teatro Plaza con La Sanata. Será un clásico de las tablas mendocinas basado en cuentos cortos de Roberto Fontanarrosa. La cita es el domingo 25, a las 20.
La dupla de Marcelo Lacerna y Ernesto “El Flaco” Suárez vuelve al Teatro Plaza con La Sanata. Será un clásico de las tablas mendocinas basado en cuentos cortos de Roberto Fontanarrosa. La cita es el domingo 25, a las 20.
La puesta, que lleva 28 años haciendo reír y reflexionar al público, será también un homenaje a la trayectoria del maestro Suárez. Cabe destacar que «El Flaco» es una de las personalidades más queridas y respetadas del teatro local, además de un gran formador de artistas.
El dúo de actores adaptó diferentes textos de Fontanarrosa, manteniendo una estética popular, con un lenguaje claro y sencillo.
De esta manera, La Sanata se convirtió en un clásico de los espectáculos de humor de la cartelera mendocina. Así, ha conquistado escenarios de otras provincias con ovacionadas presentaciones.
Las entradas anticipadas ya salieron a la venta y se podrán comprar de modo online en https://bit.ly/LaSanataHomenaje. También personalmente por la boletería del Plaza, de lunes a viernes de 9 a 15.
Este espectáculo muestra una amplia gama de “personajes” que se encuentran fácilmente en cualquier bar de Argentina, que por lo general hacen gala de su verborragia y “sapiencia” ante los más variados temas y circunstancias.
La puesta en escena está articulada en base a una sucesión de escenas cortas. Éstas tienen como motor humorístico algunos de los puntos débiles de los argentinos.
Estarán reflejadas en escena de manera hilarante el verso, el chanterío, el machismo y los prejuicios sociales. También la discusión por la discusión y algunas otras “perlitas” más que nos caracterizan .
Ciertamente, a lo largo de estos años, los protagonistas han querido celebrar y homenajear aquellos símbolos que son muy representativos de nuestras costumbres.
Entre ellas aparecen, por ejemplo: la amistad, el café, el humor y, por supuesto, la escritura única que tenía el Negro Fontanarrosa.